En mis piezas tomo en muchas ocasiones el mismo contenido morfológico de un objeto vivo o no vivo
y les doy un nuevo valor desde los cánones estéticos, éticos y culturales que activan nuevos contenidos
en el aurea del arte, pero sin perder la esencia de la matriz, concebida por las fuerzas cósmicas, la
materia, el tiempo y el milagro evolutivo. Recreo volúmenes que ya existen desde hace millones de años que están de forma espontánea y orgánica, todavía en equilibrio con todo lo que rodea al hombre. creo que nuestra humanidad está profundamente inmersa en los mares de sus propios mitos y creaciones, pero también destruye otros que pueden romper el punto de equilibrio en todos los aspectos de la existencia terrenal y espiritual. En la primigenia el hombre estaba directamente relacionado con la creencia en
seres espirituales de la tierra, incluidas las almas humanas con la de los objetos inanimados, animales,
fenómenos naturales, características geográficas etc. Los dioses estaban ligados con el hombre y lo
natural, lo vivo y no vivo. Hoy día esta filosofía, religión o modo espiritual de ver el mundo aún persiste en el pensamiento de personas y comunidades de muchas partes del mundo moderno como fuente mágica
y lirica de explicar la relación entre lo material y lo inmaterial, la vida y la muerte, se le nombra todavía, animismo, panteísmo, chamanismo, hoy, ecologistas, ambientalistas ecologías políticas, movimientos verdes etc. Quizás imitar una macro imagen de un polen, una piedra o la erótica insinuación de una fruta del trópico y llevarla a escala de escultura monumental y darle valores humanos y renombrar poéticamente la semejanza, sea un sacrilegio, pero por lo menos es el remanente museable de algo que pudiera no existir jamás en el futuro o simplemente llegarle a la sensibilidad a cuál perceptor o persona que este parado frente a una escultura , copia  les recuerde la oportunidad que brinda el universo de estar vivos y poder coexistir armónicamente con el mundo y la diversidad.